Era pandemia, año 2020, y entre que soy una candle lover y vivia encerrada por la coyuntura, pues decidí hacer mis propias velas (para uso personal), hasta que salí de mi casa y se me olvidó una vela prendida dentro… Madre Santa!! Ya me veias con el corazón en la boca, a las horas pude entrar y TARAAAAAN! no sabes que olor taaaaan delicioso olía en cada rincon de la casa, sentí que descubrí la criptoníta. Y como yo soy una soñadora dije a mis 33 años, es hora de emprender y la Sarita escuchó mis plegarias, si señoras, asi como lo leen, en ese momento me iluminé y dije quiero hacer una empresa de aromas disruptiva, diferente, única. Desde ahí, salió a flote mi niña interior, mi lado creativo dandole luz a una monita con ropa, flores y frutas en la cabeza, viendo presentaciones divertidas y diferentes, pensando en como crear el autoregalo perfecto, dando forma a las diferentes cajas y sobre todo… mi niña afanosa solo probaba mil y un aromas y adivinen qué? nuestro primer aroma fue viva la vida y literalmente, cada vez que la prendia, solo decretaba que iba a ser una sensacion este emprendimiento. Y para no hacer largo el cuento, fueron meses de prueba y error, desde los aromas ideales, de darle forma a personajes y también a un branding hermoso para que (desde que lo recibas) te enamores del producto: ahora dime tú, te emocionas tanto como yo cuando abres tus productos? cuando enciendes tus velas o usas tus home sprays?